Hace tres años, la juventud de Jordi Cruz pudo ser motivo para considerar su contratación como una apuesta arriesgada. No por falta de bagaje ni talento -ya con estrella en el Angle-, pero sí cuando venía a substituir al gran Xavier Pellicer, que había llevado al Àbac a convertirse en uno de los mejores restaurantes de la ciudad.
El tiempo ha confirmado el buen ojo de la propiedad de Àbac. A pesar del revés inicial, con la previsible pérdida de la segunda estrella al producirse el cambio de chef, Jordi, lejos de amedrentarse, ha ido imponiendo un estilo que, si ya apuntaba alto en el Angle de Sant Fruitós de Bages -recientemente trasladado al local dejado por Gaig en el Hotel Cram-, se ha consolidado en una excelencia que, además de la recuperación del galardón perdido solo un año después, actualmente le sitúa, probablemente, en lo más alto del top de los restaurantes de Barcelona...
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